6.- EL OESTE. GALES

De nuevo volvemos al puente, a Kyle of Lochals y de aquí al castillo de Eileam McDonan, conocido por ser el escenario de la primera películo de “Los inmorales”. El castillo se alza pequeño y recogido en un lago, unido por un puente a la tierra. Pese a que la ausencia de sol reduce los contrastes y la vivacidad de los colores,  el lugar en sí es de una belleza inusual. Comemos en el aparcamiento del castillo. De su interior destaca el gran salón, pero sobre todo la recreación de la cocina, curiosa e interesante, donde aparecen personajes en cera y a tamaño natural: el mayordomo, ama de llaves, cocinera, ayudante... y los diferentes utensilios  usados así como los alimentos. Por lo demás, su interior no merece la pena, ya que en realidad el castillo quedó destruido –por tropas españolas- después del levantamiento de los jacobitas y reconstruido en el pasado siglo.

Bajamos hacia Fort Willian por el grandioso Glen Shiel flanqueado por las verdes cimas de las “five sisters of Kintail” de cerca de 1000 m de altura. Por la carretera que bordea el loch Cluanie se disfruta de una hermosa vista de este valle y de sus impresionantes cimas. Aquí tuvo lugar la batalla que puso fin a la rebelión Jacobita.  El paisaje  ha cambiado: las suaves y verdes lomas peladas, han dejado paso a estos impresionantes valles de origen glaciar. En Fort Willians nos acercamos a los pies del Ben Nevis, que con sus 1343 m, es el más alto de la isla. El valle es bonito y la carretera agradable hasta el final y dado que es sábado, está llena de excursionistas o escaladores. En Fort Willian hay varios aparcamientos para autocaravanas y caravanas, pero sólo es eso, un aparcamiento y sólo las 6, así es que decidimos continuar hasta Grianlarich, al sur, pero en Ballachulisch, en el aparcamiento de la oficina de turismo, saliendo de la A82, encontramos un lugar muy agradable y tranquilo. Estamos solos pero hay una casa al lado. Tiene un limitador de altura, pero se puede entrar por otro lado que carece de este limitador. Los niños juegan en el aparcamiento vacío. A las 10,30 de la noche llegan 3 autos italianas que nos hacen compañía hasta las 7 de la mañana.


27 de julio

LAS TROSSACHS

Km:189
Lugares visitados: Glen Coe, Parque Nacional de Loch Lomond y Las Trossachs.
Pernocta: En el  Parque Nacional, en el Loch Chon (dirección Milton)

Día lluvioso. Ponemos rumbo a  las “Trossach”. Pasamos por el espléndido  glen Coe, típico valle en “U” de inhóspita y grandiosa belleza con inmensas moles a ambos lados tapizados de verde. Hemos atravesado el Ben Nevis and Glen Coe y llegamos a Crianlarich para adentrarnos en el Parque Nacional Loch Lomond y Las Trossachs.  El paisaje aquí es de suaves elevaciones que se suceden una tras otra, con abetos en las laderas. Hacemos una pequeña ruta circular que empieza y termina sobre la  A821, a través de una pista forestal de un solo sentido perfectamente señalizada y por la que se van sucediendo  bonitos paisajes dentro del Parque Forestal Reina Isabel.Nos dirigimos a Aberfoyle y Loch Katrine. En este último lugar desistimos de dar una vuelta en el Sir W. Scott, barco de vapor que recorre el lago ya que nos cuesta a los 4 casi 40 euros por 1 hora. Además vemos los típicos autocares que descargan pasajeros y huimos de eso. Por pasar la noche en este aparcamiento nos piden 4 libras (unos 6 euros) y nos parece muy caro para el sitio que es. Pero pernoctar en este parque parece dificil ya que en los buenos sitios, junto a la señal de parking aparece “no overnigh parking”. Decidimos ir al Loch Lomond, pero antes de Aberfoyle tomamos una carretera dirección Milton. Dejamos atrás el Loch Ard y comenzamos un tramo de “passing place”, un lago muy pequeño, luego el loch Chon. Al comienzo de este lago, e intentando dar la vuelta nos dimos con un camino que llevaba al lago directamente. Había un par de coches y una tienda pequeña con dos pescadores. Preguntamos si podiamos pasar la noche allí y si ellos iban a estar. Nos respondieron afirmativamente y nos quedamos sin dudarlo. El lugar era perfecto: a tan solo 4 m del agua, una pequeña playa  se abría a un bonito lago, nenúfares en las orillas y de frente la cercana orilla con abetos hasta el agua y una pequeña loma cuajada también de abetos. Como habiamos decidido dedicar el día a descansar, aunque era pronto, nos quedamos. Leimos, jugamos y escribimos. A las 5,30 sólo quedamos nosotros y los dos pescadores. La estampa era entrañable: abuelo y nieto sentados en silencio pescando en la orilla y una pequeña  fogata que llenaba todo el aire de olor a leña, y un silencio sobrecogedor. Solo faltó el sol que se escondió y comenzó a chispear obligándonos a sacar el toldo.
  
28 de julio

POR STIRLING Y GLASGOW

KM: 87
Lugares visitados: Castillo de Stirling y Glasgow: St. George Sq, catedral, Provand’s Lordship y Glasgowcross

A las 6,30 abuelo y nieto están ya pescando. Bonita imagen de los dos sentados hacia el apacible lago y la hoguera humeando. El día amanece gris y nos dirigimos hacia Stirling, a su castillo, similar al de Edimburgo. Es vistoso, pero nada impresionante. Destacan la situación en lo alto de un  abrupto peñasco casi inexpugnable y las fachadas del palacio con esculturas. 

Paseamos por una de las calles de la ciudad y pusimos rumbo a Glasgow, donde sólo pensábamos estar esa tarde por lo que en principio no nos haría falta un camping, pero pensamos que Glasgow sería una ciudad grande y quizás poco manejable para andar callejeando por ella (recordábamos Londres) por lo que nos dirigimos directamente a un camping que encontramos sin ningún problema. Pero el lugar nos resultó curioso ya que era principalmente un asentamiento de casas prefabricadas y caravanas donde parecía vivir la gente de forma permanente. Al final, un prado era el lugar para los “itinerantes”. Esto nos dio que pensar. Parece que no todos los británicos viven en casitas bajas adosadas con jardín.  El precio era barato, 12 libras y el agua caliente estaba incluida. A 5 o 10 minutos andando está la estación de tren, Stepps. Mientras esperábamos algo aburridos, David pulsa el  botón de un interfono  en el andén e inmediatamente una voz pregunta “Can I help you?”.Todos los presentes miramos a David, el cual rojo como un tomate dice que no ha hecho nada, que él no ha sido. De pronto suena la misma voz con la misma pregunta en el otro andén. David insiste en que él no ha hecho nada. Luego nos confesó que pensó que estaría roto, como en España o que nadie contestaría. Cuanto mayores son, peor. 

Después de esta anécdota tomamos el tren que en 10 minutos nos deja en la estación deVictoria Queen, en el mismo corazón de Glasgow ya que se sale a St. George Sq. Durante el corto viaje nos llama la atención las torres de pisos, lo que no hemos visto en ninguna gran ciudad británica hasta ahora. Según supimos después, esta ciudad absorbió gran parte de la emigración procedente de otros lugares de Escocia. Comemos en un banco de la plaza y comienza a llover. Nos dirigimos a la catedral, de la que destaca su presbiterio y la parte inferior de la iglesia que es una preciosidad. Del cementerio exterior llama la atención las rejas de algunas tumbas. Alguien comenta que era para proteger los cadáveres de los ladrones de tumbas. Frente a la catedral está la que dice ser la casa más antigua de Glasgow y como la entrada es libre la visitamos. Se llama Provand’s Lordship y data de 1471. Está muy bien conservada y merece la pena visitarla. Bajamos por Hight St hasta el Glasgowcross caminando por el centro de esta ciudad hacia George Sq. Continua lloviendo. La ciudad no nos gusta. Parece distinta a las que hemos visto, lo que parece también confirmar su suciedad. No tiene la elegancia y el encanto de otras ciudades británicas. Nos abastecernos en un supermercado Tesco y de aquí a la  estación de tren. A las 6 y media estamos en el camping, nos dimos una buena ducha y sin parar de llover nos fuimos a dormir.

Día 29 de julio

PULULANDO POR LA REGIÓN DE LOS LAGOS
KM: 438
Lugares visitados: Castlerigg Stone Circle (cronlech), Ambleside y Parque Nacional del distrito de los Lagos y lago Windermere.
Pernocta: a 1 ó 2 km de la salida 28 de la autovía  M6(Leyland)


Llueve, llueve y llueve. Intentamos salir de Glasgow y nos perdemos por una complicada red de carreteras mal señalizadas. A las 11 de la mañana estabamos a unos 30 km de Glasgow intentando llegar a la región de los lagos en la Cumbria. En Penrith dirección Keswich aparece una señal que nos dirige a un Cronlench, Castlerigg Stone Circle, y aalí decidimos dirigirnos. Aparcamos junto a los demás vehículos, en la cuneta. El lugar posee una belleza especial: situado en lo alto de una suave y como no, verde loma y rodeado por un círculo de montañas que forman una corona a su alrededor. Es más antiguo que Stonehenge y se desconoce su utilidad.. 

Seguimos en dirección a Ambleside, cruzando el Parque Nacional del distrito de los lagos. Sin parar de llover llegamos a esta ciudad que está llena de gente, pese a esta lluvia, incluso permanecen sentados en bancos con sus chubasqueros. Las casas son similares a las nuestras del pirineo, con tejado de pizarra y muros de piedra negra. Esta zona es muy bonita, poblada de arboles y espesa vegetación. Observamos aquí unas ovejas distintas: éstas tiene la cabeza blanca y la lana gris ceniza.  Intentamos hacer una ruta circular que recomienda la guia michelin que atraviesa los pasos de  Wrynose y Hardknott y que al parecer tiene unas vistas impresionantes, pero no deja de llover y las nubes cubren las cimas. Cuando llegamos a la carretera anuncia que está prohibida para caravanas los días de viento, que el ancho es limitado y que tiene muchas curvas. Jugárnosla o ir de susto en susto en cada curva para no poder ver nada  por la lluvia no merece la pena, así es que decidimos dejarlo y hacer una ruta alrededor del lago de Windermere hasta esta turística  ciudad. Los 200 o 500 m que podemos ver nos muestras un bonito paisaje, vegetación muy densa y gente. En Windermer buscamos parking para pernoctar, pero nos resulta imposible, por lo que regresamos a la autovia. Seguimos sin encontrar un lugar donde pernoctar hasta las 7, en que  dejamos la autovía por la salida 28, y a unos pocos km (1 ó 2) encontramos el aparcamiento de una escuela, en medio del campo y con una casa habitada, por lo que decidimos quedarnos. Este ha sido un día “tonto” sin sentido de esos que se tienen en todos los viajes.


Día 30 de julio

CHESTER Y GALES. El CASTILLO DE PENRHYN
KM: 237
Lugares visitados: Chester (catedral y the rows), Castillo de Conwy (exterior), Castillo de Caernarfon (exterior), Castillo de Penrhyn.
Pernocta: Llamberis, aparcamiento junto a un lago.

El día amanece gris, pero afortunadamente no llueve. Menos mal. Llevamos casi 24 horas sin parar de llover y esto debe ser lo característico de este clima británico. Tomamos dirección Chester. Aparcamos casi en el centro, en el aparcamiento del centro comercial Tesco. Parece que nos hemos abonado a esta gran superficie, y es que no está mal de precio. Y descubrimos esta impresionante ciudad. Un reloj encajado en un arco metálico de finales del XIX da paso a una espléndida calle jalonada de casas del XIX donde la madera se combina con la piedra y el cristal para crear un conjunto armonioso y bello. Y lo más curioso de esta ciudad: al parecer los comerciantes aprovecharon las ruinas de unas casas romanas y construyeron escalones para salvarlas y encima una galería. Más tarde los pisos superiores serían las viviendas. Así, subiendo las escaleras se puede pasear por las tiendas de esta calle sin mojarte y sin preocuparte por el tráfico. Son como soportales castellanos pero un piso por encima. Su nombre: The rows. De las ciudades visitadas hasta ahora, posiblemente  sea ésta las que más nos ha gustado, incluso más que Stratford. Es sencilla, elegante, tranquila y única. Visitamos la catedral, de la que destaca el techo, al parecer muy antiguo y hecho con madera de vigas combadas del siglo XVI, la sillera del coro, del XIV, impresionante, y el suelo de esta zona. El claustro es interesante con estructuras antiguas, como arcos de medio punto armoniosamente integrados con arcos apuntados de épocas posteriores, y un restaurante en una de las salas. Volvemos admirando de nuevo el conjunto de las rows, subimos al reloj contemplando todo el conjunto y paseamos un rato por las murallas y aprovechamos para abastecernos. 

Al salir de Chester y tomar la autovia, nos equivocamos, por lo que hicimos bastantes km hasta poder dar la vuelta. Tomamos dirección Conwy que posee una enorme fortaleza medieval que solo contemplamos desde afuera ya que  habiamos decidido todos ir al castillo de Penrhyn que cerraba sus puertas a las 5. La fortaleza de Conwy es impresionante, grande, con torres grisáceas y una enorme muralla, pero lo que nos esperaba después nos dejó impresionados. Tras atravesar la puerta que nos introduce en los jardines del
castillo de Penrhyn, la carretera se abre paso entre una frondosa y espesa vegetación y tras unos minutos parece la silueta de un castillo gris que parece hecho de cartón piedra para alguna película de Hollywood. Por fuera es sobrio y elegante...una preciosidad, pero por dentro...nos da la bienvenida el sonido de un piano en directo, situado en el enorme recibidor y al que se abren las distintas estancias, por lo que su música no acompaña practicamente durante toda la visita. Es todo un lujo, como todo el castillo, que derrocha esplendor y elegancia. Data de principios del XIX, de un riquísimo heredero de las pizarrerías de penrhyn y no habíamos visto nada igual en cuanto a la carpintería interior que dicen los libros que no tiene igual. Debió de ser una pesadilla o un gozo para un buen ebanista: mesas, sillas, puertas paredes, marcos...todo lujosamente tallado en madera. Impresionanete. Tiene cuadros de Rembrandt, Canaletto y Velazquez, así como una pequeña colección de máquinas de tren a tamaño natural. Las cocinas y zonas del servicio, como comedores, despensas, hornos, zona de lavado de ropa, o zona de lavado de platos, habitación del mayordomo, despensa de la carne, despensa de la verdura, etc., son curiosas y muy interesantes. Conserva la zona de cuadras, con los boxes en una, y la otra convertida en tienda. El paseo por sus jardines es también una auténtica delicia. Aparecen las torres y fachadas cubiertas de hiedra verde y roja trepando, arboles de distintos tipos y un pequeño jardín de flores tapiado como en el castillo de Blair. Ya hemos visto castillos ingleses, escoceses y por último, galeses y son todos una maravilla de elegancia y lujo.

Pusimos rumbo a la fortaleza normanda de Caernarfon, situada al igual que la de Conwy junto al mar y que cerraba a las 6,30, pero a las 6 menos cuarto no pudimos entrar, así es que dimos un paseo alrededor de ella, contemplando la inmensa mole de piedra y sus tres torrecitas que salian de una de las torres. Como era pronto decidimos adentrarnos en el Parque Nacional de Snowdonia e ir a Llamberis, lugar desde el que parte un tren de cremallera que lleva hasta el Snowdon, de más de 1000 m, el mas alto de Inglaterra y Gales. A las afueras de esta ciudad vimos un aparcamiento “free” y una autocaravana francesa que nos dijo que pensaban pasar la noche allí. El lugar era ideal: arbolado, junto a un prado, un parque y frente a un lago a 10 m cerrado por altas montañas. Apacible y hermoso lugar.

Día 31 de julio

POR EL P.N. DE  SNOWDONIA

KM: 217
Lugares visitados: Castillo de Harlech, tren de vapor de Blaenau Ffestiniog.
Pernocta: Welspool, aparcamiento del teatro y centro de ocio.

Así como el día anterior lució el sol, este día amanece lluvioso y gris. Las nubes cubren las cimas de las montañas, por lo que renunciamos a pagar 15.000 pts que nos costaba el tren de subida, por muy romántico que fuera. Nos dirigimos a Ffestiniog, lugar de donde partía otro tren de vapor que iba hasta Pormadiog, pero atravesando un valle, por lo que la lluvia no afectaría a las vistas. El tren costaba 28 libras los 4 (solo pagan los adultos, y por cada adulto puede viajar un niño gratis) y partía cada hora, por lo que nos quedaba más de una  para el siguiente, así que decidimos ir a visitar la ciudad de Portmeirion. Gales parece más verde que Inglaterra. Aquí no se sucede el color verde con el dorado de los campos sembrados de cereal y el paisaje es también más accidentado. No hay suaves lomas como en Inglaterra, sino montañas de laderas más pronunciadas. Y contemplando este bonito paisaje llegamos a Portmeirion. Dejamos la camper en un gran aparcamiento y observamos asombrados que nos piden 6 euros a cada uno por visitar la ciudad. Me sentí indignada: no es un lugar histórico, ni monumental. Es una ciudad de una arquitectura especial  que armoniza edificios con naturaleza y donde viven seguramente gente guapa y sobre todo rica. 

Los demás pensaron lo mismo y decidimos irnos y poner rumbo al castillo de Harlech. Éste aparece imponente dominando una llanura y el mar. Al iniciar la subida nos encontramos súbitamente con una pronunciadísima pendiente con tres curvas que cambiaban de sentido. Acojonante...y el aparcamiento, arriba, lleno. Decido no moverme y esperar : no quiero ni pensar en continuar ascendiendo por estas calles en pronunciada pendiente y además, estrechas, pero pronto se hace un sitio. El castillo medieval es como los que hacemos cuando construimos un castillo de arena en la playa. La entrada es impresionante. Al parecer tenia un doble puente donde ahora está la escalera, y luego aparecen dos inmensas torres. El castillo es de vértigo. Se podía subir a todas las torres, pero la altura de éstas sumada a la altura de toda la construcción producía sensación de vértigo a la que se sumaba un intenso y fuerte aire frío que parecía que podía derribarnos. Las vistas eran preciosas: la playa a un lado y la cadena del Snodown por el otro. Precioso lugar. Por dentro quedaba más bien poco, pero bueno, dado que no habiamos podido ver los otros, éste lo podía suplir. 


Bajamos en dirección a Festingiog (Blaenau Ffestiniog) a tomar el tren y curiosamente nos perdemos llegando con media hora escasa para poder preparar unos bocadillos ya que el trayecto de ida y vuelta dura 3 horas y hasta las 5 no volviamos. Como cogimos el tren por los pelos, el vagón que nos tocó era como el palo de un gallinero, bastante incómodo. La máquina de vapor era chiquitita e iba hacia atrás –no así a la vuelta-. El paseo fue delicioso: el tren se abría paso entre lagos y alguna que otra cascada para adentrarse entre espesos y frondosos bosques de enormes robles por los que ascendía la hiedra. El suelo estaba cubierto de vegetación (helechos sobre todo). Al final aparece una extensa planicie verde con ovejitas junto a la playa, por un lado, y por otro una especie de  marisma. Al fondo Pormadiog. El recorrido es bonito pero a nuestro gusto un poco largo: con dos horas, en total, habría sido suficiente. Continua lloviendo y con el frio de la humedad comimos en la misma estación, sin dar un paseo por esta población. Pudimos observar que había varios tipos de coches, 1ª clase en compartimentos cerrados de 4 personas, 2ªclase y 3ª clase, con mesas en asientos de 4 o de 2.  El vagón en el que vinimos yo creo que era el vagón de la “chusma”. Comprobamos que nuestro billete era de 3ª clase y nos resignamos, aunque el asiento esta vez era más cómodo, y partimos de regreso. 

Con el trasero un poco dolorido nos acomodamos en nuestra camper, todo un lujo en comparación, y pusimos rumbo a Welspool, al Powis Castle. Pero el horario de apertura era de 11 a 5 y eran ya las 7 cuando decidimos buscar un lugar donde dormir y tras varios intentos infructuosos, entre ellos el aparcamiento de un centro comercial donde nos pedían 4 libras (6 euros), encontramos un lugar ideal, saliendo de la ciudad y tomando dirección al teatro y la zona de ocio, en el aparcamiento con dos autocaravanas francesas. Divina providencia. Allí nos quedamos y disfrutamos de la hospitalidad de estas dos parejas francesas que viajaban juntas: nos ofrecieron vino francés, a lo que correspondimos con unas lonchitas de jamón, y luego nos invitaron a tomar un café después de cenar lo que hicimos encantados. Yo hablo poco o casi nada de francés, Angel sí, y ellos casi nada de español, excepto uno que chapurreaba un poco más, pero apenas tuvimos dificultades para entendernos en una agradable conversación que se prolongó hasta pasados quince minutos de las 10. Curiosamente eran amigos de los franceses con los que compartimos la noche anterior la dormida en Llamberis.

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