De nuevo volvemos al puente, a Kyle of Lochals y de aquí al castillo de Eileam McDonan, conocido
por ser el escenario de la primera películo de “Los inmorales”. El castillo se
alza pequeño y recogido en un lago, unido por un puente a la tierra. Pese a que
la ausencia de sol reduce los
contrastes y la vivacidad de los colores,
el lugar en sí es de una belleza inusual. Comemos en el aparcamiento del
castillo. De su interior destaca el gran salón, pero sobre todo la recreación
de la cocina, curiosa e interesante, donde aparecen personajes en cera y a
tamaño natural: el mayordomo, ama de llaves, cocinera, ayudante... y los
diferentes utensilios usados así como
los alimentos. Por lo demás, su interior no merece la pena, ya que en realidad
el castillo quedó destruido –por tropas españolas- después del levantamiento de
los jacobitas y reconstruido en el pasado siglo.
Bajamos hacia Fort Willian por
el grandioso Glen Shiel flanqueado
por las verdes cimas de las “five
sisters of Kintail” de cerca de 1000 m de altura. Por la carretera que bordea
el loch Cluanie se disfruta de una hermosa vista de este valle y de sus
impresionantes cimas. Aquí tuvo lugar la batalla que puso fin a la rebelión
Jacobita. El paisaje ha cambiado: las suaves y verdes lomas
peladas, han dejado paso a estos impresionantes valles de origen glaciar. En
Fort Willians nos acercamos a los pies del Ben Nevis, que con sus 1343 m , es el más alto de la
isla. El valle es bonito y la carretera agradable hasta el final y dado que es
sábado, está llena de excursionistas o escaladores. En Fort Willian hay varios
aparcamientos para autocaravanas y caravanas, pero sólo es eso, un aparcamiento
y sólo las 6, así es que decidimos continuar hasta Grianlarich, al sur, pero en
Ballachulisch, en el aparcamiento de la oficina de turismo, saliendo de la A 82, encontramos un lugar muy
agradable y tranquilo. Estamos solos pero hay una casa al lado. Tiene un limitador
de altura, pero se puede entrar por otro lado que carece de este limitador. Los
niños juegan en el aparcamiento vacío. A las 10,30 de la noche llegan 3 autos
italianas que nos hacen compañía hasta las 7 de la mañana.
27 de julio
LAS
TROSSACHS
Km:189
Lugares visitados: Glen Coe, Parque Nacional de Loch
Lomond y Las Trossachs.
Pernocta: En el
Parque Nacional, en el Loch Chon (dirección Milton)
Día lluvioso. Ponemos rumbo a las
“Trossach”. Pasamos por el espléndido glen Coe, típico valle en “U” de inhóspita
y grandiosa belleza con inmensas moles a ambos lados tapizados de verde. Hemos
atravesado el Ben Nevis and Glen Coe y llegamos a Crianlarich para adentrarnos
en el Parque Nacional Loch Lomond y Las
Trossachs. El paisaje aquí es de
suaves elevaciones que se suceden una tras otra, con abetos en las laderas.
Hacemos una pequeña ruta circular que empieza y termina sobre la A 821,
a través de una pista forestal de un solo sentido perfectamente señalizada y
por la que se van sucediendo bonitos
paisajes dentro del Parque Forestal Reina Isabel.Nos dirigimos a Aberfoyle y
Loch Katrine. En este último lugar desistimos de dar una vuelta en el Sir W.
Scott, barco de vapor que recorre el lago ya que nos cuesta a los 4 casi 40
euros por 1 hora. Además vemos los típicos autocares que descargan pasajeros y
huimos de eso. Por pasar la noche en este aparcamiento nos piden 4 libras (unos 6 euros) y
nos parece muy caro para el sitio que es. Pero pernoctar en este parque parece
dificil ya que en los buenos sitios, junto a la señal de parking aparece “no
overnigh parking”. Decidimos ir al Loch Lomond, pero antes de Aberfoyle tomamos
una carretera dirección Milton. Dejamos atrás el Loch Ard y comenzamos un tramo
de “passing place”, un lago muy pequeño, luego el loch Chon. Al comienzo de
este lago, e intentando dar la vuelta nos dimos con un camino que llevaba al
lago directamente. Había un par de coches y una tienda pequeña con dos
pescadores. Preguntamos si podiamos pasar la noche allí y si ellos iban a
estar. Nos respondieron afirmativamente y nos quedamos sin dudarlo. El lugar
era perfecto: a tan solo 4 m
del agua, una pequeña playa se abría a
un bonito lago, nenúfares en las orillas y de frente la cercana orilla con
abetos hasta el agua y una pequeña loma cuajada también de abetos. Como
habiamos decidido dedicar el día a descansar, aunque era pronto, nos quedamos.
Leimos, jugamos y escribimos. A las 5,30 sólo quedamos nosotros y los dos
pescadores. La estampa era entrañable: abuelo y nieto sentados en silencio
pescando en la orilla y una pequeña
fogata que llenaba todo el aire de olor a leña, y un silencio
sobrecogedor. Solo faltó el sol que se escondió y comenzó a chispear
obligándonos a sacar el toldo.
28 de julio
POR STIRLING Y GLASGOW
KM: 87
Lugares visitados:
Castillo de Stirling y Glasgow: St. George Sq, catedral, Provand’s Lordship y
Glasgowcross
A las 6,30 abuelo y nieto están ya pescando. Bonita imagen de los dos
sentados hacia el apacible lago y la hoguera humeando. El día amanece gris y
nos dirigimos hacia Stirling, a su
castillo, similar al de Edimburgo. Es vistoso, pero nada impresionante.
Destacan la situación en lo alto de un
abrupto peñasco casi inexpugnable y las fachadas del palacio con
esculturas.
Paseamos por una de las calles de la ciudad y pusimos rumbo a
Glasgow, donde sólo pensábamos estar esa tarde por lo que en principio no nos
haría falta un camping, pero pensamos que Glasgow
sería una ciudad grande y quizás poco manejable para andar callejeando por
ella (recordábamos Londres) por lo que nos dirigimos directamente a un camping
que encontramos sin ningún problema. Pero el lugar nos resultó curioso ya que
era principalmente un asentamiento de casas prefabricadas y caravanas donde
parecía vivir la gente de forma permanente. Al final, un prado era el lugar
para los “itinerantes”. Esto nos dio que pensar. Parece que no todos los
británicos viven en casitas bajas adosadas con jardín. El precio era barato, 12 libras y el agua
caliente estaba incluida. A 5 o 10 minutos andando está la estación de tren,
Stepps. Mientras esperábamos algo aburridos, David pulsa el botón de un interfono en el andén e inmediatamente una voz pregunta
“Can I help you?”.Todos los presentes miramos a David, el cual rojo como un
tomate dice que no ha hecho nada, que él no ha sido.
De pronto suena la misma voz con la misma pregunta en el otro andén. David
insiste en que él no ha hecho nada. Luego nos confesó que pensó que estaría
roto, como en España o que nadie contestaría. Cuanto mayores son, peor.
Después
de esta anécdota tomamos el tren que en 10 minutos nos deja en la estación
deVictoria Queen, en el mismo corazón de Glasgow ya que se sale a St. George Sq. Durante el corto viaje
nos llama la atención las torres de pisos, lo que no hemos visto en ninguna
gran ciudad británica hasta ahora. Según supimos después, esta ciudad absorbió
gran parte de la emigración procedente de otros lugares de Escocia. Comemos en
un banco de la plaza y comienza a llover. Nos dirigimos a la catedral, de la que destaca su
presbiterio y la parte inferior de la iglesia que es una preciosidad. Del
cementerio exterior llama la atención las rejas de algunas tumbas. Alguien
comenta que era para proteger los cadáveres de los ladrones de tumbas. Frente a
la catedral está la que dice ser la casa más antigua de Glasgow y como la
entrada es libre la visitamos. Se llama Provand’s
Lordship y data de 1471. Está muy bien conservada y merece la pena
visitarla. Bajamos por Hight St hasta el
Glasgowcross caminando por el centro de esta ciudad hacia George Sq. Continua
lloviendo. La ciudad no nos gusta. Parece distinta a las que hemos visto, lo
que parece también confirmar su suciedad. No tiene la elegancia y el encanto de
otras ciudades británicas. Nos abastecernos en un supermercado Tesco y de aquí
a la estación de tren. A las 6 y media
estamos en el camping, nos dimos una buena ducha y sin parar de llover nos
fuimos a dormir.
Día 29 de julio
PULULANDO POR LA REGIÓN DE LOS LAGOS
KM: 438
Lugares visitados: Castlerigg Stone Circle (cronlech),
Ambleside y Parque Nacional del distrito de los Lagos y lago Windermere.
Pernocta: a 1 ó 2 km de la salida 28 de la autovía M6(Leyland)
Llueve, llueve y llueve.
Intentamos salir de Glasgow y nos perdemos por una complicada red de carreteras
mal señalizadas. A las 11 de la mañana estabamos a unos 30 km de Glasgow intentando
llegar a la región de los lagos en la Cumbria.
En Penrith dirección
Keswich aparece una señal que nos dirige a un Cronlench, Castlerigg Stone Circle, y aalí
decidimos dirigirnos. Aparcamos junto a los demás vehículos, en la cuneta. El
lugar posee una belleza especial: situado en lo alto de una suave y como no,
verde loma y rodeado por un círculo de montañas que forman una corona a su
alrededor. Es más antiguo que Stonehenge y se desconoce su utilidad..
Seguimos
en dirección a Ambleside, cruzando
el Parque Nacional del distrito de los lagos. Sin parar de llover llegamos a
esta ciudad que está llena de gente, pese a esta lluvia, incluso permanecen
sentados en bancos con sus chubasqueros. Las casas son similares a las nuestras
del pirineo, con tejado de pizarra y muros de piedra negra. Esta zona es muy
bonita, poblada de arboles y espesa vegetación. Observamos aquí unas ovejas
distintas: éstas tiene la cabeza blanca y la lana gris ceniza. Intentamos hacer una ruta circular que
recomienda la guia michelin que atraviesa los pasos de Wrynose y Hardknott y que al parecer tiene
unas vistas impresionantes, pero no deja de llover y las nubes cubren las
cimas. Cuando llegamos a la carretera anuncia que está prohibida para caravanas
los días de viento, que el ancho es limitado y que tiene muchas curvas.
Jugárnosla o ir de susto en susto en cada curva para no poder ver nada por la lluvia no merece la pena, así es que
decidimos dejarlo y hacer una ruta alrededor del lago de Windermere hasta esta turística
ciudad. Los 200 o 500 m
que podemos ver nos muestras un bonito paisaje, vegetación muy densa y gente.
En Windermer buscamos parking para pernoctar, pero nos resulta imposible, por
lo que regresamos a la autovia. Seguimos sin encontrar un lugar donde pernoctar
hasta las 7, en que dejamos la autovía
por la salida 28, y a unos pocos km (1 ó 2) encontramos el aparcamiento de una
escuela, en medio del campo y con una casa habitada, por lo que decidimos
quedarnos. Este ha sido un día “tonto” sin sentido de esos que se tienen en
todos los viajes.
Día 30 de julio
CHESTER Y
GALES. El CASTILLO DE PENRHYN
KM: 237
Lugares visitados:
Chester (catedral y the rows), Castillo de Conwy (exterior), Castillo de
Caernarfon (exterior), Castillo de Penrhyn.
Pernocta: Llamberis, aparcamiento junto a un lago.
El día amanece gris, pero
afortunadamente no llueve. Menos mal. Llevamos casi 24 horas sin parar de
llover y esto debe ser lo característico de este clima británico. Tomamos
dirección Chester. Aparcamos casi en
el centro, en el aparcamiento del centro comercial Tesco. Parece que nos hemos
abonado a esta gran superficie, y es que no está mal de precio. Y descubrimos
esta impresionante ciudad. Un reloj encajado en un arco metálico de finales del
XIX da paso a una espléndida calle jalonada de casas del XIX donde la madera se
combina con la piedra y el cristal para crear un conjunto armonioso y bello. Y
lo más curioso de esta ciudad: al parecer los comerciantes aprovecharon las
ruinas de unas casas romanas y construyeron escalones para salvarlas y encima
una galería. Más tarde los pisos superiores serían las viviendas. Así, subiendo
las escaleras se puede pasear por las tiendas de esta calle sin mojarte y sin
preocuparte por el tráfico. Son como soportales castellanos pero un piso por
encima. Su nombre: The rows. De las ciudades visitadas hasta ahora,
posiblemente sea ésta las que más nos ha
gustado, incluso más que Stratford. Es sencilla, elegante, tranquila y única.
Visitamos la catedral, de la que destaca el techo, al parecer muy antiguo y
hecho con madera de vigas combadas del siglo XVI, la sillera del coro, del XIV,
impresionante, y el suelo de esta zona. El claustro es interesante con
estructuras antiguas, como arcos de medio punto armoniosamente integrados con
arcos apuntados de épocas posteriores, y un restaurante en una de las salas.
Volvemos admirando de nuevo el conjunto de las rows, subimos al reloj
contemplando todo el conjunto y paseamos un rato por las murallas y
aprovechamos para abastecernos.
Al salir de Chester y tomar la autovia, nos
equivocamos, por lo que hicimos bastantes km hasta poder dar la vuelta. Tomamos
dirección Conwy que posee una enorme fortaleza medieval que solo contemplamos
desde afuera ya que habiamos decidido
todos ir al castillo de Penrhyn que cerraba sus puertas a las 5. La fortaleza de Conwy es impresionante,
grande, con torres grisáceas y una enorme muralla, pero lo que nos esperaba después nos dejó
impresionados. Tras atravesar la puerta que nos introduce en los jardines del
castillo de Penrhyn, la carretera se
abre paso entre una frondosa y espesa vegetación y tras unos minutos parece la
silueta de un castillo gris que parece hecho de cartón piedra para alguna
película de Hollywood. Por fuera es sobrio y elegante...una preciosidad, pero
por dentro...nos da la bienvenida el sonido de un piano en directo, situado en
el enorme recibidor y al que se abren las distintas estancias, por lo que su
música no acompaña practicamente durante toda la visita. Es todo un lujo, como
todo el castillo, que derrocha esplendor y elegancia. Data de principios del
XIX, de un riquísimo heredero de las pizarrerías de penrhyn y no habíamos visto
nada igual en cuanto a la carpintería interior que dicen los libros que no
tiene igual. Debió de ser una pesadilla o un gozo para un buen ebanista: mesas,
sillas, puertas paredes, marcos...todo lujosamente tallado en madera.
Impresionanete. Tiene cuadros de Rembrandt, Canaletto y Velazquez, así como una
pequeña colección de máquinas de tren a tamaño natural. Las cocinas y zonas del
servicio, como comedores, despensas, hornos, zona de lavado de ropa, o zona de
lavado de platos, habitación del mayordomo, despensa de la carne, despensa de
la verdura, etc., son curiosas y muy interesantes. Conserva la zona de cuadras,
con los boxes en una, y la otra convertida en tienda. El paseo por sus jardines
es también una auténtica delicia. Aparecen las torres y fachadas cubiertas de
hiedra verde y roja trepando, arboles de distintos tipos y un pequeño jardín de
flores tapiado como en el castillo de Blair. Ya hemos visto castillos ingleses,
escoceses y por último, galeses y son todos una maravilla de elegancia y lujo.
Pusimos rumbo a la fortaleza normanda de Caernarfon,
situada al igual que la de Conwy junto al mar y que cerraba a las 6,30, pero a
las 6 menos cuarto no pudimos entrar, así es que dimos un paseo alrededor de
ella, contemplando la inmensa mole de piedra y sus tres torrecitas que salian
de una de las torres. Como era pronto decidimos adentrarnos en el Parque
Nacional de Snowdonia e ir a Llamberis, lugar desde el que parte un tren de
cremallera que lleva hasta el Snowdon, de más
de 1000 m ,
el mas alto de Inglaterra y Gales. A las afueras de esta ciudad vimos un
aparcamiento “free” y una autocaravana francesa que nos dijo que pensaban pasar
la noche allí. El lugar era ideal: arbolado, junto a un prado, un parque y
frente a un lago a 10 m
cerrado por altas montañas. Apacible y hermoso lugar.
Día 31 de julio
POR EL P.N. DE
SNOWDONIA
KM: 217
Lugares visitados: Castillo de Harlech, tren de vapor de
Blaenau Ffestiniog.
Pernocta: Welspool, aparcamiento del teatro y centro de
ocio.
Así
como el día anterior lució el sol, este día amanece lluvioso y gris. Las nubes
cubren las cimas de las montañas, por lo que renunciamos a pagar 15.000 pts que nos
costaba el tren de subida, por muy romántico que fuera. Nos dirigimos a
Ffestiniog, lugar de donde partía otro tren de vapor que iba hasta Pormadiog,
pero atravesando un valle, por lo que la lluvia no afectaría a las vistas. El
tren costaba 28 libras
los 4 (solo pagan los adultos, y por cada adulto puede viajar un niño gratis) y
partía cada hora, por lo que nos quedaba más de una para el siguiente, así que decidimos ir a
visitar la ciudad de Portmeirion. Gales parece más verde que Inglaterra. Aquí
no se sucede el color verde con el dorado de los campos sembrados de cereal y
el paisaje es también más accidentado. No hay suaves lomas como en Inglaterra,
sino montañas de laderas más pronunciadas. Y contemplando este bonito paisaje
llegamos a Portmeirion. Dejamos la camper en un gran aparcamiento y observamos
asombrados que nos piden 6 euros a cada uno por visitar la ciudad. Me sentí
indignada: no es un lugar histórico, ni monumental. Es una ciudad de una arquitectura
especial que armoniza edificios con
naturaleza y donde viven seguramente gente guapa y sobre todo rica.
Los demás
pensaron lo mismo y decidimos irnos y poner rumbo al castillo de Harlech. Éste
aparece imponente dominando una llanura y el mar. Al iniciar la subida nos encontramos súbitamente
con una pronunciadísima pendiente con tres curvas que cambiaban de sentido.
Acojonante...y el aparcamiento, arriba, lleno. Decido no moverme y esperar : no
quiero ni pensar en continuar ascendiendo por estas calles en pronunciada
pendiente y además, estrechas, pero pronto se hace un sitio. El castillo
medieval es como los que hacemos cuando construimos un castillo de arena en la
playa. La entrada es impresionante. Al parecer tenia un doble puente donde
ahora está la escalera, y luego aparecen dos inmensas torres. El castillo es de
vértigo. Se podía subir a todas las torres, pero la altura de éstas sumada a la
altura de toda la construcción producía sensación de vértigo a la que se sumaba
un intenso y fuerte aire frío que parecía que podía derribarnos. Las vistas
eran preciosas: la playa a un lado y la cadena del Snodown por el otro.
Precioso lugar. Por dentro quedaba más bien poco, pero bueno, dado que no
habiamos podido ver los otros, éste lo podía suplir.
Bajamos en dirección a
Festingiog (Blaenau Ffestiniog) a tomar el tren y curiosamente nos perdemos
llegando con media hora escasa para poder preparar unos bocadillos ya que el
trayecto de ida y vuelta dura 3 horas y hasta las 5 no volviamos. Como cogimos
el tren por los pelos, el vagón que nos tocó era como el palo de un gallinero,
bastante incómodo. La máquina de vapor era chiquitita e iba hacia atrás –no
así a la vuelta-. El paseo fue delicioso: el tren se abría paso entre lagos y
alguna que otra cascada para adentrarse entre espesos y frondosos bosques de
enormes robles por los que ascendía la hiedra. El suelo estaba cubierto de
vegetación (helechos sobre todo). Al final aparece una extensa planicie verde
con ovejitas junto a la playa, por un lado, y por otro una especie de marisma. Al fondo Pormadiog. El recorrido es
bonito pero a nuestro gusto un poco largo: con dos horas, en total, habría sido
suficiente. Continua lloviendo y con el frio de la humedad comimos en la misma
estación, sin dar un paseo por esta población. Pudimos observar que había
varios tipos de coches, 1ª clase en compartimentos cerrados de 4 personas,
2ªclase y 3ª clase, con mesas en asientos de 4 o de 2. El vagón en el que vinimos yo creo que era el
vagón de la “chusma”. Comprobamos que nuestro billete era de 3ª clase y nos
resignamos, aunque el asiento esta vez era más cómodo, y partimos de regreso.
Con el trasero un poco dolorido nos acomodamos en nuestra camper, todo un lujo
en comparación, y pusimos rumbo a Welspool, al Powis Castle. Pero el horario de
apertura era de 11 a
5 y eran ya las 7 cuando decidimos buscar un lugar donde dormir y tras varios
intentos infructuosos, entre ellos el aparcamiento de un centro comercial donde
nos pedían 4 libras
(6 euros), encontramos un lugar ideal, saliendo de la ciudad y tomando
dirección al teatro y la zona de ocio, en el aparcamiento con dos autocaravanas
francesas. Divina providencia. Allí nos quedamos y disfrutamos de la
hospitalidad de estas dos parejas francesas que viajaban juntas: nos ofrecieron
vino francés, a lo que correspondimos con unas lonchitas de jamón, y luego nos
invitaron a tomar un café después de cenar lo que hicimos encantados. Yo hablo
poco o casi nada de francés, Angel sí, y ellos casi nada de español, excepto
uno que chapurreaba un poco más, pero apenas tuvimos dificultades para
entendernos en una agradable conversación que se prolongó hasta pasados quince
minutos de las 10. Curiosamente eran amigos de los franceses con los que
compartimos la noche anterior la dormida en Llamberis.
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